La semana pasada tuve la gran oportunidad de asistir a la exposición que nos ofrece el Museo Nacional llamada “Diego, Frida y otros revolucionarios”, en la cual nos muestran un recorrido visual por el arte moderno mexicano a través de sus principales exponentes.
Decidí escoger esta exposición en particular, ya que siempre me ha gustado el trabajo realizado por Frida Kahlo y por supuesto por su amor de toda la vida Diego Rivera. La manera en la que Frida plasma todo lo que nuestros ojos no alcanzan a ver, a algunos les parece cruda, pero a mí me parece inquietante y fascinadora. Tanto su dolor personal, como el que le causaba ver las injusticias en su país, ella los veía desde el lado artístico los pintaba de modo que a los que observan sus cuadros, no los pueden olvidar tan fácilmente dado su excelente composición y claro mensaje.
Diego siempre fue claro en sus murales con su posición de izquierda y causó polémica por siempre ir en contra del gobierno y hacerlo notorio por medio de su obra. Siempre quería mostrar cual era la situación del pueblo mexicano con pinturas claras que mas de una vez fueron mandadas a derrumbar. Pero el nunca se rindió y siempre lucho por mostrar la verdad y defender su posición comunista al lado de su esposa Frida Kahlo.
Volviendo ya a lo que fue la exposición, gracias a estas pinturas de grandes exponentes mexicanos, se pudo ver el contexto histórico en el que se encontraban y cómo lo querían transmitir por medio de sus obras de arte. Se pudo ver expresionismo, realismo, surrealismo y muralismo. Entre los más destacados encontramos: Diego Rivera, Frida Kahlo, Jean Charlot, José Chávez Morado, Leopoldo Méndez y Ramón Cano Manilla. Gracias a todos ellos podemos ver cómo se vivió la revolución mexicana, la cual según Alfonso Reyes no fue planeada sino que se dio naturalmente por el crecimiento en larvado, enconado, pudriéndose en tanta violencia y exclusión. Esto se muestra muy claramente en pinturas que representan grandes próceres de la época, así como en las que son más simbólicas.
En las pinturas se veían muchas calaveras las cuales se emborrachaban, bailaban, vendían lotería o simplemente mataban gente. Estos eran mexicanos que andaban en los huesos, hay muchos que aseguran que era un espejo sarcástico que querían reflejar estos artistas. Una interpretación de este sarcasmo podría ser la siguiente: la vida como lo transitorio, la muerte como lo permanente.
Por otro lado afirma Alama Reed: “La infinita compasión de Orozco por sus semejantes y la fuerza de su arte para tocar con mano purificadora los lugares oscuros y angustiados del corazón humano fueron esencialmente expresiones de reverencia hacia la sagrada continuidad de la vida”.
Con la anterior afirmación podemos encontrar como los mexicanos siguen dándole un valor especial a lo que es la muerte en su cultura, viéndola desde un lado que no es simplemente transitorio sino que le dan una importante continuidad y esto se puede ver reflejado tanto es su diario vivir, como en este cao en las pinturas contemporáneas que nos muestra esta exposición.
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